Montgomery Clift

(Omaha, 1920 – Nueva York, 1966) Actor de cine estadounidense. Montgomery Clift pasó parte de su infancia viajando junto a su familia por Europa, residiendo en Francia y Alemania. A los ocho años tuvo que superar una operación que le dejó una cicatriz en el cuello. Empezó a actuar a los catorce; representó su primer papel en la obra Fly Away Home, estrenada en el teatro Berkshire de Stockbridge (Massachussets).De allí pasó a Broadway, donde estaría un año con Jubilee, un musical de en el que hacía de príncipe. Después llegarían varias obras más, hasta que su papel en Dame Nature fue muy elogiado por la crítica. Tras conocer al compositor Lehman Engel, durante un viaje por México contrajo la disentería, lo que supuso un paréntesis en su carrera. A finales de los años cuarenta comenzó a intervenir en sus primeras películas. En 1948 rodó Ángeles perdidos Río Rojo, filme dirigido por Howard Hawks y con un inmenso John Wayne como protagonista. Había dudas de que aquel muchacho pudiera aguantar la demoledora personalidad de Wayne, pero el mítico actor acabó reconociendo la calidad de Clift y confirmando las esperanzas que en él había depositado Hawks. En los inicios de la década siguiente participó en películas tan memorables como Un lugar en el sol, Yo confiesoEstación Término. En 1957 sufrió un grave accidente de tráfico que le dejó profundas huellas en la cara; esta circunstancia forzó su retirada del cine durante varios años y acentuó la introversión de su carácter.

Cuando volvió era un hombre transformado: había perdido su intuición a la hora de seleccionar los mejores proyectos, y la calidad de sus interpretaciones se había resentido bastante. Cabe destacar su colaboración con Elia Kazan en Río salvaje y su papel en ¿Vencedores o vencidos?. El mismo año rodó la crepuscular Vidas rebeldes, de John Huston, junto a Clark Gable y Marilyn Monroe. Su última intervención fue en una discreta película de Raoul J. Levy, El desertor, después de haber estado otros cuatro años inactivo por motivos de salud. Inteligente y sensible, Montgomery Clift fue especialmente admirado por sus interpretaciones de personajes problemáticos, a los que dotó de una singular profundidad psicológica a lo largo de su no muy extensa filmografía. Tras el accidente de automóvil de 1957 empezó a comportarse de forma extraña en los platós y fuera de ellos; se rumoreó que bebía demasiado y consumía drogas. El accidente dejó cicatrices en su rostro y perjudicó su buen aspecto, pero proporcionó a su presencia cinematográfica un patetismo adicional. Hoy día tiende a recordársele como uno de los grandes actores intelectuales de Hollywood.

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