(Scarborough, 1899 – Hollywood, 1962) Actor británico. Charles Laughton fue un brillantísimo actor con un amplio abanico de registros: encarnó a personajes sádicos y bondadosos, a asesinos y a abogados, a artistas y a hombres corrientes, y a todos con el mismo poder de convicción. Aunque sus mejores interpretaciones las realizó en películas británicas, la mayoría de sus peliculas se rodaron en Estados Unidos. Tras estudiar en un colegio religioso de Londres, el estallido de la Primera Guerra Mundial provocó su movilización por parte del ejército británico. Los sangrientos combates en el frente dejaron en él una total repugnancia hacia la guerra y un problema físico de insuficiencia traqueal de la cual supo extraer el lado positivo: la nasalidad de la voz como medio de expresar emociones. Finalizada la contienda, Charles Laughton decidió ingresar en la prestigiosa Royal Academy of Dramatics Arts, uno de los mejores centros de formación interpretativa, del que habían salido varios de los actores más famosos del momento. Su pasión por el teatro le llevó igualmente a frecuentar las salas alternativas donde las corrientes de vanguardia se encontraban en su apogeo; en ellas conocería a su futura mujer, Elsa Lanchester. Aprovechando una gira teatral por los Estados Unidos, el director británico James Whale ofreció al matrimonio sus primeras oportunidades de importancia en el mundo del cine: Charles Laughton la tuvo en El caserón de las sombras (1932) y Elsa Lanchester en La novia de Frankenstein (1935). Sin embargo, la película que acabó lanzando al actor hacia la popularidad fue El signo de la cruz (1932), firmada por el mítico director de superproducciones Cecil B. DeMille, donde encarnó a Nerón. Inauguraba una larga lista de interpretaciones de reyes, emperadores o figuras históricas que le convirtieron en uno de los grandes especialistas por su capacidad para incorporar al personaje aspectos repulsivos y al mismo tiempo fascinantes para el espectador, como muestran dos películas ejecutadas por Alexander Korda: La vida privada de Enrique VII (1933), por la que obtuvo un Oscar, y Rembrandt (1936), biografía fílmica del pintor holandés Rembrandt van Rijn.
Pese a sus repetidos éxitos, Charles Laughton nunca mostró demasiado aprecio hacia su trayectoria en el mundo del cine; en el teatro el actor era más libre y podía construir su personaje de forma más elaborada. Ahora bien, en la estela de los mejores profesionales británicos, como Laurence Olivier, tuvo tentaciones de dar el salto a la dirección, lo cual hizo una sola vez y con un título de escaso éxito popular en su día, aunque verdaderamente mítico en la actualidad: La noche del cazador (1955). Las dificultades para poner en marcha el proyecto no le arredraron, entusiasmado como estaba con una historia cercana a los cuentos infantiles, mezcla de sordidez y poesía, y que narró mediante una iluminación de violentos claroscuros. El papel protagonista, de Robert Mitchum, era similar en cualquier caso a los que él mismo había interpretado a lo largo de su carrera, capaces de conjugar amor y odio: un farsante que bajo la apariencia de predicador esconde a un presidiario huido en busca de dinero. El fracaso del filme terminó alejando a Laughton de la industria cinematográfica, a la que sólo volvió en contadas ocasiones y para interpretar papeles de cierta relevancia en un puñado de películas memorables. Para muchas generaciones de buenos aficionados al cine, Charles Laughton ha representado el ejemplo evidente de cómo pueden superarse las notorias limitaciones físicas de partida mediante una magnífica técnica interpretativa. Muy lejos del prototipo de galán dada su gordura, sus rasgos exagerados y su voz peculiar, supo rebasar la barrera de actor secundario a la que parecía condenado e incluso convertirse en presencia ineludible y estelar del cine de Hollywood, especializándose particularmente en papeles de acusada ambigüedad. Su particular método de acercarse al personaje lograba dotarlo de un fondo de dudosa moral que, escondida en su interior, podía brotar y evidenciarse según la circunstancia hasta revelar su verdadera condicón de canalla autoritario o de cruel tirano, como muchos de los personajes que incorporó a lo largo de su prolongada trayectoria.
FILMOGRAFIA SELECTA:
|
|