EL HOMBRE LOBO o ¡Esa maldita luna llena…!

“…Incluso un hombre que es puro de corazón y que reza cada noche puede convertirse en hombre lobo cuando florece el matalobos y brilla la luna de otoño…” Y es que cuando escuchamos esta frase por primera vez en la imprescindible “El Hombre Lobo” de George Waggner allá por 1941, presagiamos, por lo menos el que firma la presente, que algo extraordinario estaba por suceder.

El licántropo sería el último, de nuestros célebres Monstruos, en aparecer en aquel fabuloso repertorio de cine de terror de la Universal, pero no con aquella cinta; de hecho se nos presentó en 1935 en “El Lobo Humano” con Henry Hull como el mad doctor de turno. Algo había en este Hombre Lobo que no parecía encajar con el resto de terroríficas, o entrañables según se mire, películas de la serie, ¿un guión exageradamente denso o demasiado poco pelo? …¡Quién sabe! El hecho es que muy pocos hacen referencia a esta estupenda película cuando   de hacer gala de sus    conocimientos cinematográfico-histórico-licántropos se trata, pues al comparar las actuales versiones con los clásicos, siempre se alude al Hombre Lobo de Waggner… mis disculpas, quería decir al de Creighton Tull Chaney  o Lon Chaney Jr., como gusten.

Lon Chaney Jr., famoso por ser el único actor que encarnó a todos y cada uno de los principales Monstruos de nuestras vidas, fue también peculiar por hacer suyo el personaje hasta el punto de no dejar margen a que ningún otro se metiera tras las fauces de “su” Hombre Lobo, bien porque nadie se atrevió a someterse al maquillaje del gran Jack Pierce, quien pegaba pelo a pelo, parece ser que de yak en eternas sesiones, en el interminable físico del amigo Chaney, o bien porque no le dejaron.

Dicho queda, si Frankenstein siempre estará asociado a Karloff y Drácula a Bela Lugosi, el Hombre Lobo siempre sería Creighton. El vástago del mítico Lon Chaney, que por cierto, estuvo a punto de no ver la luz, pues al parecer, nació ya en el otro barrio, y sólo un chapuzón en el gélido y líquido elemento de un arroyo cercano, por parte de su padre, le devolvió a la vida (sesenta y siete años después, sería el continuo “chapuzón” en otro tipo de líquidos el que acabaría definitivamente con él), se bastó y sobró, como digo, para convertirse en lobo humano cada vez que la Universal lo requería, en concreto hasta en cuatro ocasiones más; además de en la insuperable y ya referida de 1941, éxito apoteósico, dicho sea de paso, siendo la película más taquillera del año para la productora, lo volvió a interpretar en “Frankenstein y El Hombre Lobo”, con Bela Lugosi como partenaire en 1943, en “La Zíngara y los Monstruos”, con Karloff en el papel de guía espiritual de todos los Monstruos un año más tarde, y otro después en “La Mansión de Drácula”, sin olvidar, por supuesto, a aquella incalificable secuela, que tranquilamente se puede considerar ya muy al margen de este maravilloso ciclo, en “Abott y Costello contra los Fantasmas” de 1948; última aparición que tanto Lon como el propio Bela debieron obviar, ya no sólo por ellos sino por el desprestigio al que sometieron a aquellos personajes que tanto les dieron. En fin… ¡había que seguir comiendo…y bebiendo claro!

En las cinco películas en las que Lon dio vida a su amado Hombre Lobo, al igual que en aquella de 1935 con Hull como fiera despiadada, no podemos pasar por alto las referencias del todo evidentes y de las que bebe nuestro lobo, con el personaje del doctor Jekyll y Mr. Hyde, pero… ¡qué más da!, esto era la Universal y valía cualquier cosa. De hecho si uno sigue con detenimiento la saga, observa que la conexión  entre  la  muerte  en  la   primera película y resurrección en la segunda, del lobo, carecen de toda lógica, que el espectador pasará por alto siempre y cuando acepte como dogma de fe, que en el repertorio de cine de terror de la Universal, a una buena peli le seguirá una secuela, más terrorífica y espeluznante que la anterior y a esta otra, y así sucesivamente. Pues bien, Larry Talbot muere a bastonazos de su padre, ¡qué cruel! pensando este que mataba al lobo, cuando realmente a quien daba finiquito era a su hijo y en la siguiente del ciclo, “Frankenstein y el Hombre Lobo”, vuelve en sí tras temerariamente pronunciar un conjuro unos ladrones de tumbas, que asaltaban la de Larry Talbot (nombre de pila del lobo).

A partir de aquí la obsesión del pobre Larry-Lon es encontrar el fin a su desdicha, y a diferencia del resto de Monstruos malísimos, quitarse de en medio para no hacer sufrir más a los pobres aldeanos víctimas de sus fechorías, feneciendo tras una “brutal” pelea con Bela Lugosi, o sea Drácula….quiero decir Frankenstein, en la ya referida peli en la que compartieron cartel y desdichas, para volver a la vida, en “La Zíngara y los Monstruos”, tras ser hallado y descongelado por Karloff, sin microondas por cierto, para morir, … y van…, víctima de un disparo accidental de la gitana protagonista, ¿con una bala de plata?…¡¡¡qué lío!!!

Y es que la luna llena no dejaba de ponerse, ¡también era mala suerte!, y así en la penúltima cinta de la serie, en “La Mansión de Drácula”, ya no se dieron pistas de cómo resurgió de nuevo el fiero licántropo, ¿para qué?, simplemente por allí andaba, eso sí, en esta acabó su maldición, ¡¡¡por fin!!! tras un trasplante de cerebro…de momento claro, pues ya se sabe…quedaban Abott y Costello.

Podríamos hacer referencia, para terminar, a la “She-Wolf of London” de 1946 con June Lockhart como mujer loba, película muy al estilo de la de 1935, con la sustancial diferencia de que el lobo ahora es loba, lo cual da que pensar…

En definitiva, las películas de la saga del Hombre Lobo fueron todas de una gran riqueza coral, pues a partir de la segunda, cómo sucedió con el resto de las secuelas de los otros grandes   Monstruos, “…All Together…” rezaban los carteles y anuncios a bombo y platillo, se mezclaban los unos con los otros y los otros con los unos, (sin saber uno si está ante la segunda parte de Frankenstein, la tercera de Drácula o la cuarta del Hombre Lobo), en busca de sangre, venganza, o vaya usted a saber el qué, los unos, y de su redención, nuestro protagonista, la mayoría de las veces cogidas con alfileres o por los pelos; y es que no olvidemos que el lobo se nos presentó… por los pelos…en concreto de los pies.

Articulo escrito por nuestro colaborador César Bela

Para ver este genial clásico del cine de terror haz clic AQUí





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