Vacaciones en Roma (1953)

Título original: Roman holiday
Dirección: William Wyler
País: Estados Unidos
Año: 1953
Duración: 118 min.
Reparto:  Gregory Peck,  Audrey Hepburn, Eddie Albert, Hartley Power, Harcourt Williams, Margaret Rawlings, Tullio Carminati, Paolo Carlini, Claudio Ermelli, Paola Borboni, Alfredo Rizzo, Laura Solari, Gorella Gori, Heinz Hindrich, John Horne, Andrea Esterhazy, Ugo De Pascale, Diane Lante
Guión: John Dighton, Ian McLellan Hunter
Productora: Paramount Pictures
Presupuesto: 1.500.000,00 $
Argumento: (Ian McLellan Hunter): Dalton Trumbo
Dirección artística: Hal Pereira, Walter H. Tyler
Fotografía: Franz Planer, Henri Alekan
Guión: Ian McLellan Hunter Ian McLellan Hunter John Dighton
Maquillaje: Alberto De Rossi, Wally Westmore
Montaje: Robert Swink
Música: Georges Auric
Producción: William Wyler
Producción asociada: Robert Wyler
Sonido: Joseph de Bretagne
Vestuario: Edith Head

La película nos lleva hasta Roma, última parada de la gira europea de la princesa Ana, heredera de la corona de un país centroeuropeo que jamás se menciona. La joven, cansada de sus continuas y aburridas obligaciones, decide fugarse una noche para conocer la ciudad. Durante su huida conocerá a Joe Bradley, un apuesto periodista norteamericano residente en Roma que al descubrir la verdadera identidad de Ana decidirá ejercerle de guía por la ciudad para, en secreto, llevar una exclusiva a su redactor, a costa de la princesa, con lo que comprar el pasaje de vuelta a su añorada patria. Sin embargo, con el paso de la horas, y tras conocerse mejor, Joe y Ana no podrán evitar enamorarse, lo que pondrá a ambos en la tesitura de abandonar sus obligaciones para permanecer juntos o no. Wyler arrancó la década de los años 50s tal y como había cerrado la de los 40s, de manera exitosa. Trás los éxitos de Detective Story, con Kirk Douglas, y Carrie, con Laurence Olivier y Jennifer Jones, el ecléctico director decide apostar por una comedia romántica, género que no tocaba desde hacía casi 20 años. Para ello, se arriesga al adquirir el guión de Roman Holyday, de Ian McLellan Hunter, alias de Dalton Trumbo, uno de los Diez de Hollywood, acusado por el Comité de Actividades Antiestadounidenses y apartado de Hollywood por los dueños de los estudios, la prensa, y demás asociaciones de actores republicanos y/o conservadores. Wyler decidió apostar por una jovencísima actriz, hasta entonces desconocida para el gran público, Audrey Hepburn, quien venía de triunfar en Broadway tras protagonizar el musical Gigi. El director se decidió por la actriz belga en detrimento de Elizabeth Taylor, tras la excelente prueba de cámara de la primera. De manera que si contaba con una actriz desconocida, resultaba necesario que su pareja en escena fuese un actor de renombre. Se le ofreció el papel a Cary Grant, aunque este declinó la propuesta, alegando que la diferencia de edad sería un escollo difícil de sortear (curiosamente coincidirían finalmente diez años después en Charada). El papel fue a parar finalmente a Gregory Peck, quien siempre mantuvo una excelente relación con Hepburn, y quien obligó a los productores a que el nombre de la actriz apareciese junto al suyo y al mismo tamaño en los posters y carteles promocionales ya que veía en ella una futura estrella. Quizás la mejor decisión que se tomó durante la producción (junto a dar el papel principal a Audrey Hepburn) fue la rodar en exteriores por las calles de Roma en vez de en estudio para recrear la aventura de 24 horas por parte de Ana junto a Joe Bradley. La plaza de España, la Fontana de Trevi, el Castillo de San´t Angelo, la Via de los Foros, la Boca de la Verdad… todas hermosas localizaciones de la ciudad eterna que sirven de trasfondo al romance que Trumbo y Wyler cuecen a fuego lento entre la princesa y el periodista… pero ni siquiera el talento de estos dos artistas logra una crear una historia, en mi opinión, digna de recordarse. Partiendo de la base que el argumento en si es prometedor, y que la dirección por parte de Wyler es sobresaliente como nos tiene acostumbrado, el problema radica en el desarrollo de la propia historia. Demasiado forzado en ocasiones. Buscando emular las comedias románticas de los años 30 y 40 propias de George Cukor o Frank Capra (no podía dejar de pensar en Sucedió una noche). Sofisticación y enredo que en el caso de Vacaciones en Roma brillan por su mal desarrollo. Centrado en realizar una crítica a las aristocracias y monarquías europeas, Trumbo olvida por completa crear una historia de amor con vida propia que permita al espectador creer lo que está viendo. O al menos, al espectador que firma esta crítica. En todo momento, tanto la princesa como el periodistas parecen mucho más interesados en recorrer la ciudad y obtener una exclusiva, respectivamente, que en ellos mismos como personas. No es hasta casi la conclusión de la película cuando surge realmente la historia de amor entre ellos, la cual termina con un gran final y que si reconozco estar a la altura de todo lo que he oído y leído sobre esta cinta. A pesar de todo ello, Trumbo logró el Oscar por su trabajo como guionista (Oscar que no le fue reconocido hasta casi 20 años después de su muerte), de la misma manera que Audrey Hepburn, que si que pudo alzar la estatuilla dorada aquel año, pasando a ser una de las grandes estrellas del momento, tal y como vaticinó Gregory Peck.





SIPNOSIS:
Todo un clásico que relata la encantadora aventura romana y romántica entre una princesa moderna -que detesta sus obligaciones reales y desea pasar inadvertida- y un guapo periodista americano en Roma. busca de una exclusiva, quien finge desconocer su verdadera identidad, peor cuyo plan fracasa al enamorarse de la joven princesa que huye durante veinticuatro horas de todo tipo de protocolo.

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